Paul McCartney ha llegado a una edad en la que disfruta de la vida sin ningún filtro. ¿Que se le antoja ir a la playa como si fuera un náufrago? Pues se planta en la arena con la inmaculada toalla del hotel y unos 'pelujos' y una barba bastante difíciles de gestionar.
El ex Beatle se ha escapado a su refugio favortio, la isla caribeña de San Bartolomé. Y lo ha hecho acompañador por su mujer, Nancy Shevell, que por momentos parecía alucinar un poco bastante con su marido. Y es que entre sus extraños movimientos sobre la arena (que costaba discernir si practicaba algún tipo de deporte o le costaba levantarse), sus meditaciones bajo el sol y sus cambios de bañador con el método 'me enrollo la toalla y rezo para que no se me caiga'...
Parece que Nancy se animó a seguir el rollo a su marido y también se apuntó a chapotear un rato en la orillita.
Después del chapuzón, Paul se atrevió a quitarse el bañador con la ayuda de la toalla para no dejar al aire sus partes nobles. El músico se puso un pantalón para no sufrir la dichosa humedad.
Y luego, cual lagarto al sol, se echó una siestecita bajo la atenta mirada de su mujer, que parecía tener prisa por irse al chiringuito a comerse la paella.
Todo un romántico
El músico británico (78) lleva nueve años casado con la empresaria neoyorkina. Nancy (61) llegó a su vida después del farragoso divorcio del ex Beatle con Heather Mills, y Paul no puede estar ahora más feliz. De hecho, hace tan sólo unos meses, McCartney le dedicó estas románticas palabras en su Instagram: "Eres mi rock and roll, eres mi lado A y mi lado B, eres mi verso y mi coro. Te amo". Pues si tanto la quiere, ¡a ver si se corta las barbas y le monta menos shows!