Un problema que no se sabe afrontar
Porque lo normal en situaciones como esta será que las familias pierdan los nervios, ¿no?
Claro, pero por ignorancia. Al adicto hay que dejarle claro que está ahí porque se le quiere. En esta reunión, cada familiar le va diciendo cómo se siente frente a su problema y que su recuperación es necesaria. Si el enfermo no quiere recuperarse, también se le dice que habrá consecuencias, es decir, ninguno va a ser cómplice de su consumo. Porque la familia, sin darse cuenta, ayuda dando dinero, dejándoles vivir en la casa familiar... Nosotros enseñamos los límites que hay que marcar con el enfermo, bajamos la ansiedad de todos y aumentamos la esperanza acompañando en ese durísimo camino.
Tú no contaste con este tipo de ayuda, ¿verdad?
No, mi familia no conocía esta figura, aunque tuve otra reunión.
¿Recuerdas cómo fue?
Fue una encerrona: me cogieron mi mánager y mi ex pareja y me dijeron que tenía un problema. Mi madre, por supuesto, me había dicho lo mismo mil veces, pero yo no reaccionaba.
¿Les hiciste caso?
Al principio hice algo de terapia y empecé a ver el problema, pero no lo suficiente porque después desaparecí seis meses. Pasado ese tiempo, volví pidiendo ayuda de verdad porque tuve mi manera de tocar fondo.